Con 16 años, cuando ya empezaba tener claro que quería dedicarse a la fotografía, Ricard Cugat solía hacer con sus amigos la ruta de tapas por el barrio Gótico. “Íbamos a beber leche de pantera, a comer jamoncito canario, al Carpanta y, cómo no, a disfrutar del pescadito en La Plata”. De aquellos bares míticos pocos quedan ya. Cugat, fotógrafo de El Periódico de Catalunya desde 1987, lleva casi tres décadas retratando la transformación de la ciudad. “Hay pocos lugares que no hayan caído en la dictadura del puto diseño y que no se hayan prostituido con el turismo. Y, aunque cada vez hay más bares y restaurantes de tapas, pocos realmente saben prepararlas como es debido”. Para él entrar en La Plata es congraciarse con la Barcelona que se mantiene fiel a su espíritu por encima de las modas. “Son sitios que conservan la huella de la historia. La gente siempre busca la autenticidad”.